La historia de Alexandra y Santiago me emociona y me hace que cada vez me guste más mi profesión, pues aunque con Santiago era la primera vez que nos veíamos, con Alexandra no, ya nos conocíamos. Su madre, hacía ya unos cuantos años que había confiado en mí para hacerle su primer reportaje fotográfico. Recuerdo que fue en el Campo del Moro en Madrid, con tan solo un añito recién cumplido y dando sus primeros pasos, la fotografiamos por todos los rincones que tiene este magnífico parque y se portó de maravilla, tanto que le encantaba que la fotografiase. Desde entonces han pasado ya dos o tres años y cuando me vio evidentemente la niña no se acordaba de mí, pero había una especie de buena energía entre nosotras, de buen entendimiento. Nos caímos bien otra vez y me ayudó a que su hermano pequeño, que tenía la misma edad que ella en su primera sesión fotográfica se lo pasase pipa. Conociendo ya la forma de actuar de Alexandra había que observar como se comportaría ante la cámara el pequeño Santiago, que parecía tímido y algo vergonzoso.