Reencontrarte con una amiga que hace alrededor de 20 años que no ves, es una de las cosas más maravillosas que te aporta la vida y si encima viene a tu estudio para que fotografíes a su hija en su Primera Comunión, todavía más. La ilusión y las ganas de hacerlo se multiplican por mil.
Esto fue lo que nos sucedió cuando nos encontramos Vanessa y yo, dos amigas que habían sido de la infancia y la adolescencia que por circunstancias de la vida no nos habíamos vuelto a encontrar.
Después de abrazarnos y ponernos al día una de la otra, decidimos que queríamos hacerle a Sandra, su pequeña, un reportaje especial que lo recordase toda su vida. Y así hicimos.
He de decir que Sandra nos ayudó bastante, porque a pesar de su corta edad le gustaba la cámara, se sentía cómoda y se divertía. Así estuvimos dando una vuelta larga por el parque y disfrutando con ella.
Muchas gracias chicas por esa maravillosa mañana de domingo que me hicisteis pasar las dos, me lo pasé en grande. Espero que no vuelvan a pasar otros 20 años y podamos seguir viendo crecer a nuestros hijos. Ha sido un gustazo, os lo aseguro. Solo me queda deciros que ¡hasta pronto!